CUANDO ABRAS MI CARTA RECORDARÁS AQUELLOS DÍAS
Anunciaron mi turno.
Por un segundo dudé.
-Ten fuerzas- me dije, -ten fe-.
Pasé mi lengua por el pegamento
del sobre; el funcionario de correos
me miró.
Intenté recordar las palabras,
las ideas más comprometidas
que deseaba expresarte.
Volví a sonrojarme.
Acto seguido acerqué mis pasos
a la ventanilla de cristal,
extendí mi mano con la carta
y sin dudarlo un instante destrocé el sobre
en mil pedazos.
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