miércoles, 26 de mayo de 2010

SÍMIL


Resulta que no, no me gustan
los caramelos pero su envoltura
tiene tantas luces... Me gustaría
sólo tocarlos, desenvolverlos
y volver a envolverlos
para de nuevo desenvolver.
¿Lo más agradable? Saborear
su caparazón de farolillos.
Todos, ahí, juntos en una cestita
de mimbre, como una fiesta
de sabores, fresa, menta, regaliz, naranja.
Sí definitivamente no me gustan los caramelos;
son como los seres humanos
llamativos por fuera y dulces por dentro
pero tan empalagosos...

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